Lo cierto es que Joël Dicker (Suiza, 1985) ha pasado del
anonimato al éxito de una forma fulgurante, tanto que a buen seguro en su
ciudad natal, Ginebra, no creo que se hable de otra cosa. Y es que, la segunda
novela de Dicker, La verdad sobre el caso Harry Quebert (Alfaguara, 2013) o en su
título original francés, La Vérité sur
l’affaire Harry Quebert ha ganado tres grandes premios literarios, entre
los que destaca el premio de la Académie
franÇaise.
Incluso, en la feria del libro de Frankfurt, el año pasado,
fue un éxito, llegando a ser comparado con la serie de Steig Larsson, Millennium, además Joël Dicker es joven,
guapo y consiguió expulsar del primer puesto de las listas de ventas de
Amazon.fr a Cincuentas sobras de Grey
casi sin despeinarse, y a día de hoy, continúa en el primer puesto del sitio,
peleando de forma digna con otro gigante como es Inferno de Dan Brown.
Joël Dicker
Pero hay algo que sorprende, y es el hecho de que un
asesinato situado en New York y en el Noreste Americano no haya sido publicado por ninguna editorial americana tras casi
dos años después de su publicación en Francia.
La verdad sobre el caso Harry Quebert es una novela policíaca
clásica con aspiraciones literarias. El protagonista de la novela, Marcus
Goldman, es un joven escritor de éxito con un problema de bloqueo del escritor en los meses siguientes a la elección de Obama
en 2008. Cuando el mentor de Goldman, un novelista y colega profesor llamado
Harry Quebert, es acusado de asesinar a la adolescente Nola Kellergan hace más
de 30 años, Goldman, convencido de la inocencia de Quebert, decide investigar
el caso.
En la ciudad de New Hampshire, donde Quebert vive, Goldman
recopila entrevistas, fotos, y archivos de periódicos en un intento de
reconstruir las horas finales de Nora en un oscuro bosque junto al océano. A lo
largo del camino, el agente literario de Goldman, le convence para que escriba
un libro sobre el caso, a lo que finalmente accede. Goldman cura de forma
sorprendente su bloqueo del escritor mientras escribe este libro, pero lo hace
a expensas de Quebert.
Básicamente, éste es el argumento del libro Laverdad sobre el caso Harry Quebert, donde el primer tercio del libro
presenta una mirada al lado más oscuro y competitivo del mundo editorial de New
York. Tras conseguir un best-seller, Goldman comprende rápidamente que el mundo
del escritor es más un negocio que un arte en sí. El llamado Bloqueo del
Escritor comienza a manifestarse cuando seis meses después de que su libro se
publique, Goldman comienza a notar que “el correo de los fans se vuelve cada
vez más escaso y que la gente se acerca
menos por la calle. Pronto, aquellos que
me reconocían comenzaron a preguntarme, “Sr Goldman, ¿sobre qué tratará su
próximo libro? Y ¿Cuándo saldrá a la venta?”” lo que le va generando estrés, a
lo que se suma que cuando Goldman acude a su agente y editor sin haber escrito
más que una página de nuevo material le replica que les está “haciendo perder
dinero” y le da a Goldman seis meses para escribir un nuevo libro o que se
olvide de su contrato por cinco libros, metiendo más presión a su bloqueo.
Según se intensifica la presión para Goldman por producir, Laverdad sobre el caso Harry Quebert
gira hacia un thriller con tintes de novela negra, llevando al lector a
través de la tortuosa investigación de la muerte de Nola. Al poco tiempo, las
ambiciones literarias de Goldman (y las de Dicker) comienzan a mezclarse con la
investigación. Cuando Goldman consigue su primer gran avance en la investigación
y descubre un romance ilícito entre Quebert y Nola, la historia se convierte en
una novela dentro de otra novela. De repente, nos encontramos leyendo extractos
del más famoso trabajo de ficción de Quebert, “Los orígenes del Mal”, mostrados
a través de flashbacks cargado de referencias literarias de la literatura
americana.
Con su aspecto de niña y de maneras provocativas, Nola es un
obvio sustituto de Lolita, mientras que Quebert ejerce de un triste y oprimido
Humbert. Hay escenas de boxeo entre Goldman y Quebert inspiradas en Norman
Mailer, y la historia se desarrolla en una ciudad universitaria que recuerda a
la mostrada en La mancha humana, de
Philip Roth.
La Lolita de Nabokov en su adaptación al cine
Gran parte de La verdad sobre el caso Harry Quebert
se sitúa en una cafetería y la novela tiende a tomarse las representaciones de
Edward Hopper del estilo de vida americano demasiado en serio, hasta tal punto,
que incluso la portada del libro viene ilustrada con una cafetería de Hopper.
Esto lo confirma el propio Goldman en las reflexiones sobre su infancia, donde
parece que Dicker está tratando de empaquetar el estilo de vida americano de un
pequeño pueblo para el consumo europeo.
“Expliqué que nací a finales de los años 70 en Newark, de
una madre que trabajó en un gran almacén y de un padre ingeniero. Una familia
de clase media, buenos americanos. Hijo único. La niñez y la adolescencia
fueron tiempos felices a pesar de una inteligencia superior a la media.
Secundaria en Felton y fan de los Gigantes. Apoyos a los catorce años.
Vacaciones en casa de mi tía en Ohio. Abuelos en Florida, por el sol y las
naranjas. Fue muy normal. Ni alergias, ni grandes enfermedades que declarar.
Comí pollo en mal estado durante un campamento de los Boy Scout a la edad de
ocho años. Me gustan los perros pero no los gatos. Deportes: campo a través,
correr y el boxeo. Ambiciones: ser un escritor famoso. No fumo porque causa
cáncer de pulmón y huele mal a la mañana siguiente. Bebo razonablemente. Plato
favorito: carne con macarrones y queso”.
Nunca había visto tantos tópicos juntos, ni siquiera en
series de televisión o cine.
Edward Hopper - Portrait of Orelans (1950)
Al principio de la novela, Quebert avisa a Goldman de que no
se vea devorado por su propia ambición escritora al principio de su carrera.
Joël Dicker podría seguir este consejo. La verdad sobre el caso Harry Quebert
parece abrumada por su propia ambición (casi 700 páginas de libro) y por las
constantes referencias a los clásicos americanos. Quizás esto es lo que la ha parado de ser publicada en Estados Unidos,
los temas son demasiado familiares, y el paisaje está muy desgastado.
Las investigaciones de Goldman contienen más giros argumentales
que el juego del Cluedo, y en el fondo, Quebert permanece en segundo plano,
haciendo poco más que crípticos avisos y disertaciones tristes.
Y un tema aparte son los diálogos, algunos no tienen desperdicio, y pueden provocar hasta vergüenza ajena, de la del tipo, "si este es capaz de escribir esto y ser un best seller yo también, mañana me pongo" , una muestra:
–Mamá, no he escrito una sola línea. Si me dejases solo...
–¿Por qué solo? ¿Te duele la barriga? ¿Tienes que tirarte un pedo? Puedes tirártelo delante de mí, cariño. Soy tu madre».
En fin, sin comentarios.
Dejando el tema de los diálogos a un lado, la novela mejora cuando deja de caracterizar América y se
centra en cuestiones sobre los medios de comunicación en Estados Unidos y el sistema judicial
desde la perspectiva de un extranjero. También presenta unas reflexiones sobre
la presunción de inocencia correctas
y bien ejecutadas y cómo las sospechas infundadas pueden producir estragos a
través de la prensa.
En su intento por limpiar el nombre de Quebert, Goldman
encuentra la verdad sobre el asesinato de Nola, pero también descubre el crimen
real de su mentor.
En última instancia, la historia de Dicker trata sobre un
escritor que se ve “escrito” por, y para beneficio de otro escritor. Extendiendo
la afirmación de Janet Malcom de que todos los periodistas saben que su trabajo
es “moralmente indefendible” para incluir no sólo a los escritos de no ficción,
sino también a los novelistas. De forma que las dos partes se unen después de
completarse el libro de Goldman.
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Vía: book forum
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